20101216
Update
Es increible, ya que no he posteado algo desde Mayo de 2007. Me gustaría hacer esta última entrada en este dominio más de realidad para contarles un poco que fue de mí.
Por ningún motivo piensen que he abandonado el tema que exploraba en este espacio. Esto es debido a que estoy retirado de los blogs y he puesto gran parte de mi tiempo a publicar en revistas científicas que son revisadas por pares, y que tienen un factor de impacto objetivo y una mayor repercusión en la sociedad.
Si bien mi foco actual está en la cognición humana en general y mirado desde un aspecto más experimental, espero con ansias el día en que pueda sostener conversaciones con algún terapeuta con quien comparte visiones; y comenzar a desarrollar algún projecto juntos. Pero esos son planes futuros.
Muchas gracias por seguir visitando mi blog después de más de 5 años.
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FJ
20070520
NEUROFENOMENOLOGIA
A continuación presento la primera página de un artículo que estoy escribiendo, llamado "Neurofenomenología: Cómo, dónde y cuándo empezar".
La idea es poder entregarle a los cientistas sociales y porqué no, a los cientistas biológicos, una introducción, en palabras simples, al fértil campo de la Neurofenomenología.
1.- Introducción
Los Problemas.
Uno de los más grandes desafíos de la ciencia, ha sido brindar un marco explicativo que de cuenta tanto del fenómeno subjetivo del experienciar, como de los fenómenos neurobiológicos de la conciencia.
Si bien, los neurocientistas han aportado con un apropiado número de investigaciones, donde elucidan las bases neurobiológicas de la conciencia (BNC – NCC [Neural Correlates of Consciousness])[1], aún queda una brecha explicatoria, un explanatory gap[2] para poder entender cómo se relacionan las características neurobiológicas con las fenomenológicas de la conciencia; y, al parecer esta brecha, este gap, es conceptual, epistemológico y metodológico.
La brecha Conceptual.
La brecha Epistemológica.
Cuestionamientos epistemológicos surgen al pensar en abordar la experiencia de corte fenoménico: el reporte en primera persona.
Para poder abordar bien los datos introspectivos, se deben cuestionar ciertas cosas primero. ¿Cuándo el sujeto está prestando atención a su experiencia? ¿A qué aspectos de la experiencia, está el sujeto atendiendo? ¿Qué ‘modelos’ está utilizando el sujeto para ‘filtrar’ e interpretar su experiencia? ¿Es primera vez que el sujeto está atendiendo a los detalles de su experiencia? ¿Maneja el sujeto las palabras adecuadas para transmitir la riqueza de su experiencia?
La brecha Metodológica.
Este artículo surge con la idea de revisar las principales ideas que se postulan desde la neurofenomenología; para así generar un documento de inicio, para quien quiera comenzar a estudiar.[6] Proveyendo un buen número de trabajos que pueden ser revisados posteriormente para profundizar en algunos temas o autores.
[1] Para modelos recientes de conciencia: Tononi y Edelman (1998); Freeman (1999a, 1999b); Dehaene y Naccache (2001); Parvizi y Damasio (2001); Engel y Singer (2001); Crick y Koch (2003). Para las BNC (NCC) revise: Metzinger (2000); Rees, Kreiman, y Koch (2002).
[2] Thompson, Lutz, Cosmelli (2005).
[3] Varela (1996) ; Lutz y Thompson (2004).
[4] Varela (1996), (1997), (1999).
[5] Un ejemplo es la relativamente nueva, revista Phenomenology and the Cognitive Sciences.
[6] Incluyendo al autor.
20070226
El Problema de la Constancia
En Psicología se habla de "constancia perceptiva", que básicamente, hace referencia a que cuando un objeto es conocido y es 'constante', aunque cambie debido a las circunstancias, nosotros seguiremos sabiendo que el objeto sigue siendo el mismo.
Se hacen 4 distinciones respecto a esto:
1.- Constancia de brillo (ej. Un auto rojo se ve más oscuro en la noche que en el día, pero sigue siendo el mismo auto rojo).
2.- Constancia de color (ej. fotos en blanco y negro)
3.- Constancia de tamaño (ej. perspectiva)
4.- Constancia de forma (ej. observar algún objeto de canto o de frente)
Sin embargo, creo que la constancia debería tener una aplicación mucho más amplia, por ejemplo, debería poder ser igualmente aplicable a las situaciones ultra-cotidianas (una suerte de constancia situacional, por ejemplo) e incluso a conceptos más abstractos que marcan nuestros estilos de vida, como el honor, la justicia o la moral. Sin duda alguna estos últimos temas no han sido abordados por la neurobiología aún, sin embargo, no sería sorprendente que fuesen abordados en este siglo.
Acá cabe perfectamente una cita a Kant, donde dice que al preguntarnos sobre nuestro conocimiento del mundo que nos rodea deberíamos preguntarnos no sólo por las limitaciones impuestas por la propia naturaleza de la mente humana (léase cerebro) sino también hasta qué punto ese conocimiento depende de la contribución formal de la mente (vuelva a leer cerebro).
El Problema del Conocimiento
El problema del conocimiento es también, por supuesto, problema de la filosofía como se pudiese imaginar.
Sin entrar en detalles de cómo lo aborda la filosofía (porque no estoy en condiciones de hacerlo); y centrándonos sólo en los aspectos neurobiológicos, podríamos definir el problema a la par, que aprender algo acerca de la naturaleza del conocimiento que tenemos o que somos capaces de adquirir y hasta qué punto ese conocimiento viene determinado única y exclusivamente por el funcionamiento de nuestro cerebro.
Un buen punto de partida es suponer que una de las funciones principales del cerebro es la de "adquirir conocimiento" y que el único conocimiento del que disponemos es, en realidad, el "conocimiento cerebral". Pero este supuesto conlleva problemas formidables que neurobiólogos y médicos comparten con los filósofos. Requiere llegar a comprender las posibilidades y limitaciones impuestas por el aprendizaje o la 'adquisición de conocimiento' mediante la detallada organización neural del sistema nervioso y lo que en términos kantianos significaría algo así como el "principio organizativo" del cerebro para adquirir ese conocimiento (el mismísimo Kant hablaba de "mente" y no de cerebro).
Esto nos lleva a la cuestión del conocimiento derivado del pensamiento puro, basado éste en nuestro propio conocimiento de lo particular o concreto, y que nos lleva a su vez al tema de la abstracción y de la formación de ideales. Éstos son subproductos de un eficiente sistema recopilatorio de información, aunque por lo que entiendo, creo que pagamos un alto costo por dicha eficiencia.
Así, creo que pensamiento y al conocimiento son problemas que la neurobiología puede abordar de forma técnica.
20070205
La 'Configuración' 'Mental'

Los filósofos y otros estudiosos podrían argumentar con mayor o menor convicción que no existe evidencia directa de que nuestra configuración mental esté únicamente determinada por nuestro sistema neural.
proporciona esa misma configuración?

20070131
El descontento Humano

Actualmente, la Física y la Química se las considera "ciencias maduras". Basta leer unas cuantas páginas o la introducción de algún libro relacionado a estas disciplinas o bien, cualquier paper que aborde temas afines, para darse cuenta de que han experimentado muchas variables, logrado grandes avances y conseguido importantes logros , especialmente en el recientemente pasado siglo que cerró el milenio.
Gracias a estos avances (y sin duda otros), el hombre ha podido dominar su entorno en distintos grados (dependiendo de las oportunidades y los recursos que tenga para abordar los avances), sin embargo a fin de cuentas todo esto se ha traducido en un incremento en la calidad de vida, comodidad y bienestar generalizado (y porqué no decirlo salud).
Así, las ciencias físicas siguen aportando al progreso con importantes hitos que marcan sus avances, sin embargo... me aventuro a pensar que la sociedad se está volviendo cada vez más escéptica en cuanto a los valores de los costosos proyectos de investigación que quizás contribuyan a mejorar nuestros conocimientos, pero que, podrían no colaborar demasiado en mejorar las condiciones de vida del hombre. Esto se ve reflejado en la reducción de los presupuestos en investigación en dichas áreas.

Esto, quizás, es consecuencia de que nuestras sociedades occidentales, creen que es tiempo de prestar más atención y recursos a nuestro bienestar biológico. Ese bienestar consiste, desde luego, en mejorar nuestra salud y herencia genética, así como en la detección temprana y la posterior erradicación de la enfermedad y el sufrimiento físico. Pero consiste también, sobre todo, en hacer que hombres y mujeres sean más felices, potenciando la integración y la aceptación de los otros; aminorando 'el impacto' de lo que Freud acusó como "la miseria psicológica de la humanidad".
A decir verdad, la revolución que trajo consigo el desarrollo de las ciencias físicas en el pasado milenio supuso también un hito biológico, o al menos psicológico, en la historia de la humanidad.
Las ideas de Copérnico y Galileo puede que hayan revolucionado las ciencias físicas, sin duda alguna; pero su impacto psicológico sobre los seres humanos es digno de consideración, ya que aún perviven las consecuencias de sus ideales:
Degradado como figura central de un universo no definido, el hombre no ha tenido más remedio que intentar comprender cuál es su lugar en la naturaleza.
Desposeído de la certeza de un Dios omnipotente y omnipresente que le había creado para instrumentalizar su voluntad divina, se vio obligado a intentar comprender el porqué de su existencia.
Más desposeído si cabe por la revolución ideológica de Darwin, que vino a destruir el mito de la creación gestada por un Dios con un fin propio, el hombre se encontró con que sólo era el producto de un lento y aventurado proceso de evolución de las especies cuyo único propósito es la supervivencia, no sólo la suya, como ser más evolucionado gracias al tremendo desarrollo de su cerebro, sino también la del resto de las especies.
Incapaz de encontrar un inequívoco sentido a su existencia, el hombre está abocado a mirar a su interior y buscar ese sentido dentro de sí mismo, acelerando con ello el proceso iniciado con la revolución de Copérnico.
La posibilidad futura de la erradicación de la enfermedad, de la pobreza y del resto de los agentes que acortan y degradan la vida de las personas o la incapacitan física o mentalmente en mayor o menor grado, y que la privan de toda oportunidad de contribuir plenamente a los logros de su civilización para, a su vez, disfrutar del máximo de los frutos de su esfuerzo, no resulta ser la panacea que resuelva de una vez por todas el problema de la "infelicidad humana" descrita por Freud (1930).

Freud fundamentó que parte de este malestar tiene un origen social: "la insuficiencia de nuestros métodos para regular las relaciones humanas en la familia, la comunidad y el Estado (...) [pero] cuando consideramos el posible éxito de nuestros esfuerzos por salvaguardarnos del sufrimiento, surge la sospecha de que cierta e inconquistable naturaleza se esconde tras dicho fracaso y que tiene mucho que ver con nuestra propia configuración mental".
Para finalizar esta parte me gustaría mencionar 2 hechos evolutivos que dan cuenta del tremendo éxito del cerebro humano:
1.- Su capacidad para 'adquirir' conocimientos.
2.- Su variabilidad entre individuos.
Una característica de cualquier sistema que almacene información de forma eficiente es su capacidad para abstraer y formular ideas. Ambos atributos originarían un conflicto entre la experiencia de lo particular o concreto y lo que el cerebro ha desarrollado a partir de la experiencia de lo múltiple.
Ambas cosas podrían resultar frustrantes en nuestra vida cotidiana. Esta frustración se incrementaría por el hecho de que la abstracción y los ideales estarían sujetos a la variabilidad en el tiempo y en el espacio, tanto para un individuo como entre éstos. La variabilidad que da origen a la selección evolutiva podría, entonces, resultar también una característica que aísle e individualice a las personas en la sociedad y, así pues, las mismas características de nuestro cerebro, que hace de nuestra evolución un éxito enorme, pueden ser también fuente principal de nuestras miserias.
20061223
Diagnósticos en la Historia
En los dos últimos siglos, hemos sido testigos de una gran “revolución diagnóstica”, caracterizada por una alarmante expansión e intensificación de esta práctica del saber médico-psiquiátrico (Foucault, 1963).
La vehemencia que ha adquirido esta práctica con el paso del tiempo en lo que concierne al dominio de la llamada ‘salud mental’, se puede apreciar muy bien en la ‘evolución’ que han ‘experimentado’ nuestros sistemas de clasificación de las muy diversas distinciones sobre los distintos ‘trastornos mentales’ que se pueden hacer o encontrar actualmente.
En un principio, dichos sistemas clasificatorios eran rudimentarios en su terminología y de muy poca aceptación a nivel de las diferentes comunidades medico-psiquiátricas que los generaban. A medida que el tiempo avanzó, la terminología diagnóstica se expandió exponencialmente, generando con esto, discursos sociales particulares sobre la utilidad y referencia de estas etiquetas sobre los diversos ‘déficits mentales’ que se podían distinguir desde la posición de examinador o evaluador psicológico o psiquiátrico (Gergen, Hoffman & Anderson en Kaslow, 1996).
Para graficar esto, se puede describir la obra de Israel Wechsler “The Neuroses” (1929), donde se identifican aproximadamente una docena de trastornos mentales. Así como la publicación de 1938 de Aaron Rosanoff: “Manual of Psychiatry and Mental Hygiene”, donde se distinguen alrededor de 40 perturbaciones psicológicas y/o psiquiátricas. Luego de esto, con la publicación del primer “Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales – DSM” (APA, 1952) el número de categorías diagnósticas asciende, bordeando los 50 ó 60. Llegando el año 1987, en tan sólo 20 años, dicho manual fue revisado tres veces, publicándose así la versión DSM III-R (APA, 1987), donde el número de las enfermedades mentales reconocidas por
Por otra parte, Michel Foucault (1975) se refiere a las clasificaciones en su origen en el siglo XVII puestas en marcha con las primeras organizaciones formales de cuarentena en Europa tras la aparición de brotes de lepra en algunos pueblos y sus consecuencias:
…La relación de cada individuo con sí mismo; con su enfermedad, con su vida y con su muerte; pasa a través de los representantes del poder, del registro que ellos hacen de él y de las decisiones que de ahí en adelante se tomen respecto a él… (p. 195).
20061121
Construcción de Posibilidades Terapéuticas
Sin embargo tengo este texto en el que comento un artículo de Gianfranco Cecchin, uno de los exponentes del modelo de Milán... precursor de la formación y de los cambios dentro de ese modelo de terapia familiar. Si bien, este documento fue escrito hace un tiempo, es contingente debido al curso de verano que se hará en la Universidad de Chile sobre este tema.
El artículo completo en PDF lo pueden conseguir enviándome un mail o por msn o algo así... ya que aún no me alcanza la tecnología como para tener un servidor o algo así que albergue mis archivos...
Bueno, como les iba diciendo; en este capitulo, el autor aborda el cambio epistemológico por el que ha pasado junto a su equipo de trabajo. Distingue una episteme base que llama “cibernética”, que es donde el sistema existe como una entidad determinada, abordable directamente, modificable y con propiedades dadas. Así mismo distingue el otro extremo epistémico que se diferenciaría por la característica de la producción social de relatos que permitirían el surgimiento de las relaciones humanas.
Así, articula 3 grandes cambios de perspectiva, que implicaría la modificación a nivel conceptual primordialmente de ciertos aspectos como la idea de “energía” a la de “información”, de las “entidades” estructurales a la “construcción social” y finalmente de tener a la “familia” como centro, propone centrarse en el “terapeuta”.
El primer abordaje de transición epistémica habría implicado, para Cecchin, el paso del concepto de “energía” al concepto de “información”. Sin embargo esta transición los llevaría a un ‘atolladero’, un estancamiento; debido a que la información se puede entender como un particular acoplamiento estructural en un determinado contexto de la matriz operacional entre 2 o más estructuras, centrarse en la información desde ese punto de vista puede no ser tan adecuado, ya que se estaría viendo el lenguaje desde una metáfora de ‘meaning-in-itself’, lo que se sostendría sólo si se considera que las palabras que conformarían los “mensajes” que menciona Cecchin, son producciones consensuadas socialmente, con un significado ‘descontextualizado’. La importancia del “mensaje” no se sostiene si se considera el lenguaje en uso: palabras utilizadas por sujetos particulares en contextos particulares.
La segunda aproximación al cambio epistemológico se refiere al paso de conceptualizar “entidades” a pensar en “construcciones sociales”, aquí se hace evidente a través de los postulados de Gregory Bateson la cualidad construida y particular del lenguaje, así se cambia la metáfora de ‘meaning-in-itself’ por la cual se comprendía el lenguaje por una de ‘meaning-for-somebody’, el lenguaje en uso por ciertos individuos en ciertos contextos operacionales. Ellos desarticularon con esto la metáfora del juego y de la competencia, así se deja de percibir a los sistemas humanos como sistemas competentes y se abre una posibilidad de conceptualizarlos como sistemas más ‘naturales’, sistemas basados en la confianza y en la colaboración que ésta implica. De esta forma, había que incurrir en un tercer movimiento para hacer el giro epistemológico, centrarse en el terapeuta más que en las familias.
Lo primero que se debe asumir cuando es el terapeuta quien se hace cargo de las observaciones hechas, es el marco que sustenta tales ideas. Cecchin cuestiona la conceptualización clásica que se maneja con respecto a las hipótesis, proponiendo una visión más abierta de ésta: la hipótesis como una invitación a la creación de un nuevo sistema. Al cuestionar la postura de ‘descubridor de verdades hipotéticas’ del terapeuta, se pone en cuestionamiento a su vez, la postura ‘neutral’ que denomina Cecchin, postulando una posición de curiosidad, derivada de la relatividad de las explicaciones que pueden ser concebidas por el o los terapeutas.
En suma, Cecchin en su retrospectiva epistemológica, nos presenta más que un ‘modelo de terapia’, un ‘modelo de terapeuta’. Donde un dejo de relativismo sustentado por la característica no neutral del observador lo aleja de las hipótesis, de los modelos del deber-ser y de las ‘verdades’ preconcebidas. Y es más, el autor se aventura a postular al terapeuta construccionista social como un “irreverente”, con una postura “irónica” frente a las observaciones que se puedan o no hacer.