20061223

Diagnósticos en la Historia

En los dos últimos siglos, hemos sido testigos de una gran “revolución diagnóstica”, caracterizada por una alarmante expansión e intensificación de esta práctica del saber médico-psiquiátrico (Foucault, 1963).

La vehemencia que ha adquirido esta práctica con el paso del tiempo en lo que concierne al dominio de la llamada ‘salud mental’, se puede apreciar muy bien en la ‘evolución’ que han ‘experimentado’ nuestros sistemas de clasificación de las muy diversas distinciones sobre los distintos ‘trastornos mentales’ que se pueden hacer o encontrar actualmente.

En un principio, dichos sistemas clasificatorios eran rudimentarios en su terminología y de muy poca aceptación a nivel de las diferentes comunidades medico-psiquiátricas que los generaban. A medida que el tiempo avanzó, la terminología diagnóstica se expandió exponencialmente, generando con esto, discursos sociales particulares sobre la utilidad y referencia de estas etiquetas sobre los diversos ‘déficits mentales’ que se podían distinguir desde la posición de examinador o evaluador psicológico o psiquiátrico (Gergen, Hoffman & Anderson en Kaslow, 1996).

Para graficar esto, se puede describir la obra de Israel Wechsler “The Neuroses” (1929), donde se identifican aproximadamente una docena de trastornos mentales. Así como la publicación de 1938 de Aaron Rosanoff: “Manual of Psychiatry and Mental Hygiene”, donde se distinguen alrededor de 40 perturbaciones psicológicas y/o psiquiátricas. Luego de esto, con la publicación del primer “Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales – DSM” (APA, 1952) el número de categorías diagnósticas asciende, bordeando los 50 ó 60. Llegando el año 1987, en tan sólo 20 años, dicho manual fue revisado tres veces, publicándose así la versión DSM III-R (APA, 1987), donde el número de las enfermedades mentales reconocidas por la American Psychiatric Association (APA), asciende a la sorprendente cifra de 180 ó 200. Finalmente, con la aparición del DSM IV en 1994, la lista aumenta considerablemente (Gergen et al. en Kaslow, 1996). Es pertinente mencionar, que muchos de los diagnósticos pretéritos como “Histeria Parestética” o “Histeria Autonómica” (Rosanoff, 1938; Wechsler, 1929) han sido desechados por los actuales integrantes de las comunidades lingüísticas médico-psiquiátricas y algunos como la “Deficiencia Moral”, “Vagancia” ó “Misantropía” parecen estar asociados, actualmente a ciertos prejuicios y/o a preferencias culturales sobre lo correcto en una determinada y particular comunidad lingüística (White & Epston, 1990).

Por otra parte, Michel Foucault (1975) se refiere a las clasificaciones en su origen en el siglo XVII puestas en marcha con las primeras organizaciones formales de cuarentena en Europa tras la aparición de brotes de lepra en algunos pueblos y sus consecuencias:

…La relación de cada individuo con sí mismo; con su enfermedad, con su vida y con su muerte; pasa a través de los representantes del poder, del registro que ellos hacen de él y de las decisiones que de ahí en adelante se tomen respecto a él… (p. 195).