20070520

NEUROFENOMENOLOGIA

A continuación presento la primera página de un artículo que estoy escribiendo, llamado "Neurofenomenología: Cómo, dónde y cuándo empezar".

La idea es poder entregarle a los cientistas sociales y porqué no, a los cientistas biológicos, una introducción, en palabras simples, al fértil campo de la Neurofenomenología.


1.- Introducción

Los Problemas.


Uno de los más grandes desafíos de la ciencia, ha sido brindar un marco explicativo que de cuenta tanto del fenómeno subjetivo del experienciar, como de los fenómenos neurobiológicos de la conciencia.

Si bien, los neurocientistas han aportado con un apropiado número de investigaciones, donde elucidan las bases neurobiológicas de la conciencia (BNC – NCC [Neural Correlates of Consciousness])[1], aún queda una brecha explicatoria, un explanatory gap[2] para poder entender cómo se relacionan las características neurobiológicas con las fenomenológicas de la conciencia; y, al parecer esta brecha, este gap, es conceptual, epistemológico y metodológico.

La brecha Conceptual.

Carecemos de un marco teórico adecuado que abarque los fenómenos cerebrales, estructuralmente situados y neurobiológicamente realizados, que se traducen como la experiencia individual, de carácter ‘subjetivo’ o fenoménico: lo cotidiano, lo humano, lo descriptible, lo narrable en el lenguaje.

La brecha Epistemológica.

Cuestionamientos epistemológicos surgen al pensar en abordar la experiencia de corte fenoménico: el reporte en primera persona.

Para poder abordar bien los datos introspectivos, se deben cuestionar ciertas cosas primero. ¿Cuándo el sujeto está prestando atención a su experiencia? ¿A qué aspectos de la experiencia, está el sujeto atendiendo? ¿Qué ‘modelos’ está utilizando el sujeto para ‘filtrar’ e interpretar su experiencia? ¿Es primera vez que el sujeto está atendiendo a los detalles de su experiencia? ¿Maneja el sujeto las palabras adecuadas para transmitir la riqueza de su experiencia?

La brecha Metodológica.

La necesidad de utilizar datos de la experiencia en primera persona, levanta problemas metodológicos; los sujetos de estudio, deben ser naïve, o deben estar fenomenológicamente entrenados.

La Respuesta.

En este contexto, surge la Neurofenomenología[3]: un concepto introducido por Francisco Varela a mediados de los 90’s[4]; referido al programa de investigación neurocientífica que busca llenar el gap explicatorio.

La Neurofenomenología, como su nombre lo sugiere, está fuertemente enraizada en la filosofía fenomenológica. Recientemente, los trabajos de Husserl potenciados con los avances en ciencias cognitivas, han logrado levantar esta nueva corriente, con publicaciones e investigaciones en torno al tema.[5] La Neurofenomenología, pertenece a esta corriente.

Este artículo surge con la idea de revisar las principales ideas que se postulan desde la neurofenomenología; para así generar un documento de inicio, para quien quiera comenzar a estudiar.[6] Proveyendo un buen número de trabajos que pueden ser revisados posteriormente para profundizar en algunos temas o autores.



[1] Para modelos recientes de conciencia: Tononi y Edelman (1998); Freeman (1999a, 1999b); Dehaene y Naccache (2001); Parvizi y Damasio (2001); Engel y Singer (2001); Crick y Koch (2003). Para las BNC (NCC) revise: Metzinger (2000); Rees, Kreiman, y Koch (2002).

[2] Thompson, Lutz, Cosmelli (2005).

[3] Varela (1996) ; Lutz y Thompson (2004).

[4] Varela (1996), (1997), (1999).

[5] Un ejemplo es la relativamente nueva, revista Phenomenology and the Cognitive Sciences.

[6] Incluyendo al autor.

20070226

El Problema de la Constancia

El punto de partida es que el único conocimiento que parece merecer la pena de adquirir, es el relacionado con las propiedades constantes e inalterables de todo lo que existe para nosotros en este mundo. Y aquí subyace un problema común a la filosofía y a la neurobiología, ya que este conocimiento debe adquirirse en un medio donde todo está en cambio permanente. De ahí el problema de la constancia.
En Psicología se habla de "constancia perceptiva", que básicamente, hace referencia a que cuando un objeto es conocido y es 'constante', aunque cambie debido a las circunstancias, nosotros seguiremos sabiendo que el objeto sigue siendo el mismo.
Se hacen 4 distinciones respecto a esto:

1.- Constancia de brillo (ej. Un auto rojo se ve más oscuro en la noche que en el día, pero sigue siendo el mismo auto rojo).
2.- Constancia de color (ej. fotos en blanco y negro)
3.- Constancia de tamaño (ej. perspectiva)
4.- Constancia de forma (ej. observar algún objeto de canto o de frente)

Sin embargo, creo que la constancia debería tener una aplicación mucho más amplia, por ejemplo, debería poder ser igualmente aplicable a las situaciones ultra-cotidianas (una suerte de constancia situacional, por ejemplo) e incluso a conceptos más abstractos que marcan nuestros estilos de vida, como el honor, la justicia o la moral. Sin duda alguna estos últimos temas no han sido abordados por la neurobiología aún, sin embargo, no sería sorprendente que fuesen abordados en este siglo.
Acá cabe perfectamente una cita a Kant, donde dice que al preguntarnos sobre nuestro conocimiento del mundo que nos rodea deberíamos preguntarnos no sólo por las limitaciones impuestas por la propia naturaleza de la mente humana (léase cerebro) sino también hasta qué punto ese conocimiento depende de la contribución formal de la mente (vuelva a leer cerebro).

El Problema del Conocimiento

Entre los principales problemas que aborda la neurobiología se encuentra la naturaleza del conocimiento en sí y la relación que existe entre el conocimiento y las creencias.
El problema del conocimiento es también, por supuesto, problema de la filosofía como se pudiese imaginar.
Sin entrar en detalles de cómo lo aborda la filosofía (porque no estoy en condiciones de hacerlo); y centrándonos sólo en los aspectos neurobiológicos, podríamos definir el problema a la par, que aprender algo acerca de la naturaleza del conocimiento que tenemos o que somos capaces de adquirir y hasta qué punto ese conocimiento viene determinado única y exclusivamente por el funcionamiento de nuestro cerebro.
Un buen punto de partida es suponer que una de las funciones principales del cerebro es la de "adquirir conocimiento" y que el único conocimiento del que disponemos es, en realidad, el "conocimiento cerebral". Pero este supuesto conlleva problemas formidables que neurobiólogos y médicos comparten con los filósofos. Requiere llegar a comprender las posibilidades y limitaciones impuestas por el aprendizaje o la 'adquisición de conocimiento' mediante la detallada organización neural del sistema nervioso y lo que en términos kantianos significaría algo así como el "principio organizativo" del cerebro para adquirir ese conocimiento (el mismísimo Kant hablaba de "mente" y no de cerebro).
Esto nos lleva a la cuestión del conocimiento derivado del pensamiento puro, basado éste en nuestro propio conocimiento de lo particular o concreto, y que nos lleva a su vez al tema de la abstracción y de la formación de ideales. Éstos son subproductos de un eficiente sistema recopilatorio de información, aunque por lo que entiendo, creo que pagamos un alto costo por dicha eficiencia.
Así, creo que pensamiento y al conocimiento son problemas que la neurobiología puede abordar de forma técnica.

20070205

La 'Configuración' 'Mental'

Una de las ideas más potentes que he podido revisar en mi corta vida, es la de la Oclusión Operacional del Sistema Nervioso. En términos Kantianos se podría hablar de la configuración mental. Estudiar dicha configuración, ha representado el más grande desafío para la ciencia, (el reto más importante al que nos hemos enfrentado, a mi parecer), gran parte de este desafío tiene un componente Neurobiológico, ya que al parecer, esta configuración mental estaría orquestada por la organización neuronal de nuestros cerebros.
He ahí un par de buenas preguntas: ¿Cómo definir la configuración mental en términos neurales? y ¿Es la expresión de esa configuración es la expresión de la actividad neural?
Los filósofos y otros estudiosos podrían argumentar con mayor o menor convicción que no existe evidencia directa de que nuestra configuración mental esté únicamente determinada por nuestro sistema neural.
El primer hecho que debe quedar claro en relación a esta configuración mental es que ésta es producto de la evolución, algo que nos confiere ventajas selectivas. Algunas de estas ventajas resultan tan obvias que no merece la pena mencionarlas; pero... ¿qué hay de las desventajas implícitas en la frase acuñada por Freud "la miseria psicológica de la humanidad" y que éste relaciona con la configuración mental del hombre? ¿Pudiera ser que las miserias derivadas de poseer dicha configuración sean un subproducto de las tremendas ventajas selectivas que nos
proporciona esa misma configuración?

En el post anterior, mencioné 2 hechos evolutivos que daban cuenta del tremendo éxito que ha tenido el cerebro humano. Uno tiene relación con la capacidad del cerebro para elaborar conocimientos, para la abstracción y para la construcción de ideales; el otro tiene relación con la variabilidad. El estudio del primero de ellos constituye la carga filosófica que al parecer debe soportar la gente que trabaja en neurobiología si se pretende llegar a comprender mejor el funcionamiento del cerebro. En esta empresa, la neurobiología, al igual que la filosofía antes que ella, se debe adentrar de forma natural en campos que hoy pueden parecen impropios de su ámbito tales como las artes, la estética y la moralidad. El segundo factor, el de la variabilidad, está inextricablemente ligado al primero. Es un factor que, una vez sea mejor comprendido, posiblemente tendrá profundas consecuencias en la regulación de los asuntos humanos de la sociedad en general.

20070131

El descontento Humano

Luego de al menos 3 o 4 meses de tener botados los blogs y casi 1 mes sin escribir en este, vuelvo con alguna divagación no muy profunda (debido a las estivaleras jornadas que se viven actualmente), que surge a partir de algunas de las cosas que he estado revisando recientemente.
Pretendo dar una introducción a este artículo que sin duda se extenderá por más de un post y desarrollaré, espero, durante el mes de febrero.

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Por lo general, en el coloquio relacional cotidiano y también, por qué no decirlo, científicamente hablando... se podría llegar a pensar e incluso afirmar por alguno que otro extremista que el pasado milenio perteneció de manera integral a las ciencias físicas. Sin embargo, un acto de ignorancia sería el no reconocer que el futuro sin duda alguna estará dominado por las ciencias biológicas y más concretamente, por la Neurobiología.



Actualmente, la Física y la Química se las considera "ciencias maduras". Basta leer unas cuantas páginas o la introducción de algún libro relacionado a estas disciplinas o bien, cualquier paper que aborde temas afines, para darse cuenta de que han experimentado muchas variables, logrado grandes avances y conseguido importantes logros , especialmente en el recientemente pasado siglo que cerró el milenio.
Gracias a estos avances (y sin duda otros), el hombre ha podido dominar su entorno en distintos grados (dependiendo de las oportunidades y los recursos que tenga para abordar los avances), sin embargo a fin de cuentas todo esto se ha traducido en un incremento en la calidad de vida, comodidad y bienestar generalizado (y porqué no decirlo salud).

Así, las ciencias físicas siguen aportando al progreso con importantes hitos que marcan sus avances, sin embargo... me aventuro a pensar que la sociedad se está volviendo cada vez más escéptica en cuanto a los valores de los costosos proyectos de investigación que quizás contribuyan a mejorar nuestros conocimientos, pero que, podrían no colaborar demasiado en mejorar las condiciones de vida del hombre. Esto se ve reflejado en la reducción de los presupuestos en investigación en dichas áreas.

Por otra parte, las importantes inversiones de nuestras sociedades occidentales en pro de las biociencias no muestra indicios de reducción. Un ejemplo cotidiano es que en menos de 10 años, 3 Universidades nacionales han invertido considerables presupuestos en la adquisición de laboratorios de electrofisiología y/o neurociencia.

Esto, quizás, es consecuencia de que nuestras sociedades occidentales, creen que es tiempo de prestar más atención y recursos a nuestro bienestar biológico. Ese bienestar consiste, desde luego, en mejorar nuestra salud y herencia genética, así como en la detección temprana y la posterior erradicación de la enfermedad y el sufrimiento físico. Pero consiste también, sobre todo, en hacer que hombres y mujeres sean más felices, potenciando la integración y la aceptación de los otros; aminorando 'el impacto' de lo que Freud acusó como "la miseria psicológica de la humanidad".

A decir verdad, la revolución que trajo consigo el desarrollo de las ciencias físicas en el pasado milenio supuso también un hito biológico, o al menos psicológico, en la historia de la humanidad.
Las ideas de Copérnico y Galileo puede que hayan revolucionado las ciencias físicas, sin duda alguna; pero su impacto psicológico sobre los seres humanos es digno de consideración, ya que aún perviven las consecuencias de sus ideales:

Degradado como figura central de un universo no definido, el hombre no ha tenido más remedio que intentar comprender cuál es su lugar en la naturaleza.
Desposeído de la certeza de un Dios omnipotente y omnipresente que le había creado para instrumentalizar su voluntad divina, se vio obligado a intentar comprender el porqué de su existencia.
Más desposeído si cabe por la revolución ideológica de Darwin, que vino a destruir el mito de la creación gestada por un Dios con un fin propio, el hombre se encontró con que sólo era el producto de un lento y aventurado proceso de evolución de las especies cuyo único propósito es la supervivencia, no sólo la suya, como ser más evolucionado gracias al tremendo desarrollo de su cerebro, sino también la del resto de las especies.
Incapaz de encontrar un inequívoco sentido a su existencia, el hombre está abocado a mirar a su interior y buscar ese sentido dentro de sí mismo, acelerando con ello el proceso iniciado con la revolución de Copérnico.

La posibilidad futura de la erradicación de la enfermedad, de la pobreza y del resto de los agentes que acortan y degradan la vida de las personas o la incapacitan física o mentalmente en mayor o menor grado, y que la privan de toda oportunidad de contribuir plenamente a los logros de su civilización para, a su vez, disfrutar del máximo de los frutos de su esfuerzo, no resulta ser la panacea que resuelva de una vez por todas el problema de la "infelicidad humana" descrita por Freud (1930).

A propósito de esto mismo, según lo conversado con mi atractiva amiga Carolina el pasado martes; Freud, en su libro "Civilización y Descontento", resume el problema del siguiente modo: "los hombres empiezan a percibir que toda la conquista reciente sobre el espacio y el tiempo, la conquista sobre las fuerzas de la naturaleza, el logro de sus históricas aspiraciones, no les ha hecho más felices de lo que antes eran".
Freud fundamentó que parte de este malestar tiene un origen social: "la insuficiencia de nuestros métodos para regular las relaciones humanas en la familia, la comunidad y el Estado (...) [pero] cuando consideramos el posible éxito de nuestros esfuerzos por salvaguardarnos del sufrimiento, surge la sospecha de que cierta e inconquistable naturaleza se esconde tras dicho fracaso y que tiene mucho que ver con nuestra propia configuración mental".

Para finalizar esta parte me gustaría mencionar 2 hechos evolutivos que dan cuenta del tremendo éxito del cerebro humano:
1.- Su capacidad para 'adquirir' conocimientos.
2.- Su variabilidad entre individuos.

Una característica de cualquier sistema que almacene información de forma eficiente es su capacidad para abstraer y formular ideas. Ambos atributos originarían un conflicto entre la experiencia de lo particular o concreto y lo que el cerebro ha desarrollado a partir de la experiencia de lo múltiple.
Ambas cosas podrían resultar frustrantes en nuestra vida cotidiana. Esta frustración se incrementaría por el hecho de que la abstracción y los ideales estarían sujetos a la variabilidad en el tiempo y en el espacio, tanto para un individuo como entre éstos. La variabilidad que da origen a la selección evolutiva podría, entonces, resultar también una característica que aísle e individualice a las personas en la sociedad y, así pues, las mismas características de nuestro cerebro, que hace de nuestra evolución un éxito enorme, pueden ser también fuente principal de nuestras miserias.