
Durante mucho tiempo se pensó en el sistema nervioso como un procesador de información, que recibía entradas informáticas (input) y generaba respuestas adecuadas del organismo en cuestión (output). Por lo tanto sería la fuente de información localizada en el mundo externo quien modifica la estructura del organismo, de tal manera que se generara una respuesta (conducta) adecuada a la situación que allí se estaba viviendo.
Sin embargo, prefiero adherir a otra mirada; otro paradigma.
Cuando algo perturba algún receptor externo (ubicado en la mano, en la retina, en nuestros pies, en nuestra lengua, etc), estimula una actividad que está contenida en la estructura del mismo receptor y no en ese algo que provocó la perturbación, no en la estructura del mundo.
Este mundo exterior, sólo puede gatillar perturbaciones que estarán determinadas por la estructura del sistema que está siendo perturbado. Así, el sistema nervioso aparece como una red estructuralmente determinada con su propio modo de operar, los cambios que ocurrirán en él, son sólo gatillados por un "estimulo" externo, jamás determinados o definidos de manera unilateral, es el mismo sistema nervioso que calculará sus transiciones de un estado a otro. De esta manera, para el sistema nervioso, no existe un dentro y un fuera; sino que una interminable danza de correlaciones internas en una red cerrada de elementos interactuantes... las distinciones de interior y exterior, existen, sólo para el observador que está haciendo las distinciones, no para el sistema.
El sistema nervioso nervioso opera como una red cerrada de correlaciones cambiantes de actividad neuronal que cada vez llevan a sucesivas correlaciones cambiantes de actividad neuronal.