20060819

Monólogos: Relatos de Problemas

Cuando una persona, describe un problema que lo aqueja en su vida, ésta está refiriéndose a un monólogo.
[Entiéndase monólogo como: Un discurso en que los participantes no se ofrecen la oportunidad de estar en conversación. No hay Conversación. A diferencia de lo que ocurre en un diálogo, no hay espacio para la indagación compartida, sino sólo para las perspectivas singulares; la novedad no es posible. El monólogo es una ruptura de la conversación , el monólogo genera las condiciones que provocan el colápso del diálogo. (Anderson, 1986; Anderson, 1997; Goodlishian y Anderson, 1987). (Las bastardillas son de los autores).]















Estos monólogos, son relatos que se encuentran debidamente documentalizados en la historia y monumentalizados por técnicas de eternalización de la sociedad.
Narran historias sobre sufrimiento, opresión y fracasos. Sin embargo, estos discursos no sirven como aproximación a la verdad; pueden estar sesgados, quizás, por ciertos deseos o bien, por discapacidades cognitivas de los clientes. Estos discursos no son más que interpretaciones de la vida, integradas por narrativas, metáforas, lógicas culturales y demás. Esos relatos se parecen más a los acompañamientos y arreglos de las obras musicales que a espejos o mapas. Y su principal significación reside en su utilidad social, no en su validez relativa.
Al ahondar un poco en los diversos monólogos
que podrían referir a problemas, nos podemos dar cuenta de que las ideas fundamentales de éstos, derivan de un relato dominante de la cultura actual: En nuestra cultura contemporánea (y no tanto), existe un relato dominante sobre una persona ‘moralmente valiosa’. En la narración de este discurso, se exaltan cualidades arbitrarias que supuestamente deberían poseer los individuos, como la “seguridad en sí mismo”, la “autonomía”, la “realización personal”, el “poseer, manipular y transar ciertos artículos, objetos u artefactos”, entre otros. Nos podemos enterar a través de los monólogos de ciertos patrones que describen como debería ser la vida de tal o cual persona. Desde la perspectiva donde se realiza esta reflexión, se considera que las ideas que se desprenden como esporas desde éste y otros discursos dominantes, especifican y/o prescriben una manera específica de ser y de pensar, que moldeará la llamada <<individualidad>> de los sujetos totalizados en la cultur[1]. Así, esta <<individualidad>>, es una manera de ser que, en realidad, no es más que una manera culturalmente preferida de ser.
Para mí, el ser actual, no representa un modo de vida auténtico o una expresión real o genuina de la naturaleza humana sino, más bien, una especificación o prescripción de preferencias culturales. Las descripciones o relatos de cómo sería una vida si fuera “correcta” moldean nuestras vidas. Y lo “correcto” es específico de cada cultura.
Lo “correcto” requiere de ciertas operaciones sobre nuestras vidas, muchas de las cuales tienen especificaciones de género y de clase. Por medio de estas especificaciones operativas, nuestros pensamientos, nuestras relaciones con los demás,
nuestras relaciones con nosotros mismos, incluso al nivel de nuestra relación con nuestros cuerpos (nuestros gestos, la disposición del cuerpo en el espacio, incluso el modo en que nos sentamos y nos movemos) serían gobernados culturalmente: Todo al servicio de reproducir la <<forma privilegiada>> o el modo de ser dominante de una cultura.[2] (Anderson, 1997; Artaud, 1976; Epston, 1994; Foucault, 1973, 1979; Gergen, 1973, 1985, 1988, 1994; White y Epston, 1990; White, 1986, 1995, 1997).
De esta forma, siguiendo las nociones estructurales de las narrativas propuestas por Bruner en 1986 podemos distinguir dos dominios interrelacionados helicoidalmente:
El Dominio de Conciencia y El Dominio de Acción (White, 1989). En donde el primero se constituye por “hechos eslabonados en secuencias particulares a través de la dimensión temporal (pasado, presente y futuro) y de conformidad con tramas específicas” (White, 1989. p. 31). Y en donde el segundo está principalmente constituido por las “interpretaciones de los personajes que figuran en la narración y también por las interpretaciones del lector cuando éste penetra, por invitación del autor, en la conciencia de esos personajes a medida que se desenvuelven [en el dominio de acción]” (White, 1989. p 31-32). Cuando todas las creencias, deseos, cualidades, estados intencionales, etcétera, derivados del dominio de conciencia, se elaboran de manera suficiente en el texto, se solidifican, determinando trayectorias particulares de vida; “estilos de vida”.


Dicho de otro modo, estos “estilos de vida” se basan en la conjugación de las creencias y de las conductas explícitas o no de los autores del relato, pertenecientes a las unidades analíticas denominadas ‘dominios de acción’ y ‘de conciencia’; estos dos dominios engloban las diferentes lecturas que se hacen de cada uno de los relatos relevantes en el historiar de los individuos. Estamos de acuerdo en que existen tantos estilos de vidas como personas y familias en el mundo; sin embargo hay personas, que su estilo de vida tiene directa relación con el sufrimiento y la opresión. Estilos de vida marcados por ‘discursos soporíferos’.



[1] Me refiero con el término ‘sujetos totalizados’, a las personas que se sumergen en estilos de vida dictaminados por los denominados discursos totalizadores que propone Kenneth J. Gergen (1973, 1985, 1988, 1994) o bien al analizar ciertos estilos de vida desde la metáfora del ‘panóptico social’, que deriva del análisis del panóptico que hace Michel Foucault (1979).

[2] Sobre la Educación en Chile ¶ 6.

2 comentarios:

Unknown dijo...

"Para mí, el ser actual, no representa un modo de vida auténtico o una expresión real o genuina de la naturaleza humana sino, más bien, una especificación o prescripción de preferencias culturales..." Para mí la estructura indivudual es la base de la definición de las especificaciones o preferencias culturales (que a su vez, al existir, dan paso a la modulación estructural por acoplamiento ontológico a las estructuras individuales). Pero el punto aquí, es que las preferencias culturales sociales siempre van a estar precedidas del modelamiento estructural de los individuos que conforman esa sociedad. De este modo, las preferencias que de ella nazcan son consecuencia de un devenir histórico cultural que ha moldeado al hombre desde un inicio promariamente biológico exclusivo. Por ésto, creo que es la estructura la que dará finalmente el modelamiento de las "preferencias" que, en tal caso, no debieran ser referidas como "preferencias" ya que pueden inducir a pensar en ellas como conceptos únicamente volitivos.

Irkaahn-Oberek Zortsung dijo...

Sin duda alguna el devenir estructural e histórico influye en las prácticas culturales que actualmente podemos encontrar al analizar tal o cual sociedad.
Cuando digo "prácticas culturales preferidas", me estoy refiriendo al discurso dominante llevado a la acción. Y cuando digo discurso dominante, me refiero a lo 'socialmente o culturalmente aceptado', entiéndase lo que hacemos día a día, que está enmarcado en responder a ciertas exigencias sociales. (vestirse de tal o cual forma, utilizar ciertos términos, frecuentar ciertos lugares, comer una y no otra cosa, comprar esto o lo otro, etcétera).
La idea central, es cómo la puesta en práctica del discurso dominante de una sociedad o cultura, puede moldear la forma en que nos hablamos y nos pensamos, en cómo describimos nuestro mundo y nuestras vidas. Cómo estos discursos prescriben los pasos que damos por los senderos que hemos querido ver y elegir.